La Palabra es como:

La escritura nos dice que es como:

Pan:
Juan 6:48-51, Yo soy el pan de vida.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron.
Este es el pan que desciende del cielo para que el que de él come, no muera.
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo daré es mi carne la cual yo daré por la vida del mundo.
Así como el cuerpo necesita el alimento, nuestra alma necesita del pan vivo que ha descendido del cielo, que es la bendita palabra del Eterno, por la cual subsisten los cielos y la tierra.
Fuego:
Jeremías 23:29, ¿No es mi palabra como fuego, dice el Eterno, y como martillo que quebranta la piedra?
Los discípulos de Emaus luego que Jesús se unió a ellos en el camino, solo vinieron a reconocerlo cuando lo invitaron a quedarse, al partir el pan cenando con ellos. Al desaparecer de su vista se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos habría las escrituras... Ahí podemos notar que las palabras de Jesús son como fuego.
Lumbrera:
Salmos 119:105, Lampara es mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino.
Otra vez Jesús les habló diciendo: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12.
Leche:
1 Pedro 2:2, Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación.
Los creyentes recién iniciados, en este camino que el Señor nos trazó, son igual que el niño, el cual necesita ser bien alimentado con leche de calidad, de la que habla nuestro amado hermano Pedro. Así como el aspecto físico de la persona en lo que respecta a su salud, muestra con que se alimenta, de igual manera el testimonio es algo que deja ver claramente que clase de alimento espiritual  están recibiendo.
Miel:
Salmos 19:10, Deseables son más que el oro y más que mucho oro afinado; y dulce más que miel y que destila del panal.
Así como la tierra prometida era un territorio abundante donde fluía leche y miel, hoy es dulce a nosotros la Palabra de Eterno y la grosura de su amor.
Oro:
Salmos 19:10, Deseables son más que el oro...
Proverbios 25:11, Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene.
David rey de Israel hablando del temor de Dios dice que es limpio y  con permanece para siempre, que los juicios de Dios son verdad y todos justos y más deseados que el oro. Salomón hijo de David hizo traer para la dedicación del templo oro de ofir, que para ese tiempo era muy preciado. Cuanto más la palabra del Eterno.
Espejo:
Santiago 1:25, Más el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace.
El espejo nos muestra claramente, como está nuestro semblante; la ley mostró al hombre el pecado. Hoy la palabra cual espejo transparente nos dice nuestra condición.
Martillo:
Jeremías 23:29, No es mi palabra como fuego, dice el Eterno, y como martillo que quebranta la piedra?
Pablo escribiendo a Timoteo su segunda carta dice que la apalabra es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, e instruir en justicia. La palabra cual martillo golpea y redarguye toda conciencia de pecado.
Espada:
Hebreos 4:12, Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Efesios 6:17, Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios
Como espada de dos filos hay que saberla manejar: el Eterno ha usado siempre dos herramientas que son la vara y el cayado, la primera simboliza la corrección, y la segunda las cuerdas de amor.
Semilla:
1 Pedro 1:23, Siendo renacidos, no de cimiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
La parábola del sembrador nos refiere acerca de cuatro clases de terreno. La semilla que fue plantada en buena tierra, produjo excelentes frutos.
Porque como desciende la lluvia y la nieve, y no vuelve allá sino que riega la tierra y la hace germinar  y producir, y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino que hará lo que Yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié. Isaías 55:10,11

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